No basta hablar para que te entiendan. 6 Barreras que sabotean tu comunicación
- Kassandra Duran
- 26 jun
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 3 jul
Todos creemos que comunicarnos es tan simple como decir algo y que el otro lo entienda. Pero si alguna vez sentiste que hablaste claro y aún así no te comprendieron, o si una conversación terminó en conflicto sin saber cómo, entonces ya lo sabes, la comunicación humana es mucho más compleja de lo que parece.
Hoy quiero mostrarte por qué. Y también darte estrategias para que, al entender mejor las barreras invisibles que atraviesa cada mensaje, puedas transformar la forma en que te relacionas, lideras, trabajas y te conectas con los demás.

Entre lo que pienso.
Lo que quiero decir.
Lo que creo decir.
Lo que digo.
Lo que quieres oír.
Lo que oyes.
Lo que crees entender.
Lo que quieres entender.
Lo que entiendes.
Existen nueve posibilidades de no entenderse.
Lo que pasa cuando alguien te está hablando
Cada vez que alguien te dice algo, ocurren muchas cosas al mismo tiempo:
Esa persona primero piensa una idea, la organiza (como puede) en palabras y la expresa.
Antes de que siquiera hable, tú —como receptor— ya estás interpretando cosas: su postura, su cara, su tono.
Cuando llega el mensaje, lo escuchas con todos tus filtros activados: tu estado de ánimo, tus creencias, tus experiencias, tus emociones del día.
Finalmente, construyes una idea de lo que “crees que quiso decir”, que muchas veces no es lo que realmente dijo.
¿Te das cuenta del riesgo?
Entre lo que una persona quiso decir, lo que dijo, lo que el otro escuchó y lo que finalmente entendió… puede haber un mundo de distancia.
Y en ese espacio intermedio es donde aparecen las barreras de la comunicación.
Las 6 barreras principales que sabotean nuestra forma de comunicarnos
Estas barreras o ruidos comunicacionales, son interferencias que dificultan la comprensión real del mensaje. No siempre se ven, pero siempre se sienten. Aquí te explico las más comunes:
1. Barreras físicas
Estas son interferencias del entorno que impiden que el mensaje llegue de forma clara. Incluyen ruidos ambientales, interrupciones constantes, mala conexión a internet, distancia física, entre otras.
Ejemplo: estás en una videollamada importante, pero hay martilleo en una casa vecina, y no puedes escuchar bien lo que te están diciendo. La persona habló, tú escuchaste… pero no comprendiste realmente. Esa barrera física ya afectó el resultado de la conversación.
Hoy, donde estamos tan sobreestimulados y con la atención dividida, esta barrera impacta más de lo que creemos.
2. Barreras psicológicas o cognitivas
Son las barreras internas que cada persona tiene según su estado emocional, sus creencias, experiencias previas o incluso su disposición frente al emisor.
Cuando ya tienes una idea preconcebida sobre alguien, por ejemplo, “este jefe nunca escucha”, o “ella siempre exagera” todo lo que diga esa persona lo vas a interpretar con ese filtro. Y ese sesgo puede distorsionar completamente el mensaje.
Ejemplo: un colaborador recibe retroalimentación de su líder, pero como ya se siente menospreciado, lo interpreta todo como un ataque. Aunque el mensaje era constructivo, su mente solo escuchó crítica.
3. Barreras culturales
Estas barreras surgen cuando las personas provienen de contextos culturales distintos y, por lo tanto, tienen formas diferentes de expresarse, gesticular, negociar o incluso callar.
No se trata solo del idioma, sino de los valores, normas sociales, estilos de comunicación y significados compartidos dentro de una cultura.
Ejemplo: en algunas culturas es señal de respeto mantener contacto visual directo; en otras, se considera desafiante o invasivo. Si un cliente internacional no te mira a los ojos al hablar, podrías interpretarlo como desinterés o falta de compromiso… cuando en realidad está mostrando respeto según su marco cultural.
En entornos laborales globalizados, esta barrera puede generar malentendidos graves si no se trabaja con sensibilidad cultural.
4. Barreras sociales o jerárquicas
La posición o rol social de una persona influye en cómo se comunica y cómo es percibida. Las jerarquías pueden generar temor, reservas, presión o incluso una obediencia automática sin comprensión real del mensaje.
Ejemplo: un colaborador escucha a su gerente dar una instrucción, pero no se atreve a pedir aclaración por miedo a parecer incompetente. Así, ejecuta mal la tarea y el error se atribuye a “falta de compromiso”, cuando en realidad fue falta de comunicación clara y abierta.
También ocurre en relaciones familiares, donde los hijos no se atreven a decir lo que sienten porque tienen una idea rígida de lo que “debería ser un padre o una madre”.
5. Barreras lingüísticas
Esta barrera aparece cuando el mensaje se ve afectado por el uso incorrecto del lenguaje: errores gramaticales, ambigüedad, uso inadecuado de palabras, modismos mal aplicados o diferencias en pronunciación.
👉 Ejemplo: en un grupo de WhatsApp de apoderados, cuando falleció el PAPA, alguien escribe “Murió el papá de Roma” pero por error agregó un tilde a la segunda "a". El mensaje se entiende como “Murió el papá de la alumna Roma" lo que provoca confusión, alarma y malentendidos innecesarios. Un simple tilde cambió todo el significado del mensaje.
6. Barreras semánticas
Estas ocurren cuando una misma palabra tiene distintos significados para las personas involucradas. Aunque el término sea compartido, su interpretación puede variar profundamente según la historia personal de cada uno.
👉 Ejemplo: En una conversación con mi esposo sobre un proyecto juntos, él dijo: “No quiero que esto se vuelva un trabajo.” Y yo pensé: “¿Pero cómo no va a ser un trabajo, si queremos hacerlo bien?”
Parecía que hablábamos de lo mismo, pero no. Para mí, trabajo es compromiso, profesionalismo y entusiasmo. Para él, trabajo era obligación, estrés y rutina. La misma palabra, dos universos distintos.
Entonces ¿Cómo mejoramos nuestra comunicación?
Aquí te comparto algunas estrategias prácticas para romper esas barreras:
1. No asumas. Pregunta.
Es muy fácil pensar que el otro “debería entender” o que tú “ya fuiste clara”. Pero la mayoría de los malentendidos no vienen por falta de inteligencia… sino por exceso de suposiciones.
Ejemplo real: en una conversación de pareja, ambos pueden estar usando la palabra “futuro” pero uno está pensando en hijos y el otro en vacaciones. Sin preguntar, cada uno se queda con una versión diferente de la conversación.
Consejo práctico: pregunta cosas como:
“¿Qué significa eso para ti?”
“¿Te entendí bien cuando dijiste...?”
“¿A qué te refieres exactamente con...?”
La claridad no se da por sentada. Se construye.
2. Elige el momento, la persona y el estado correcto
Muchas veces escuchamos “elige el momento adecuado para hablar”. Pero eso no es suficiente. También importa quién es la persona indicada para esa conversación y cómo se encuentra emocionalmente.
Ejemplo 1: si tienes una diferencia con un compañero, no lo hables con todo el equipo y no con él
Ejemplo 2: si tu pareja acaba de llegar de un día agotador, tal vez no es el mejor momento para hablar de un tema delicado.
Consejo práctico:
Pide permiso para hablar: “¿Tienes energía para conversar de esto ahora?”
Avisa con antelación: “Quisiera hablar de algo importante contigo, ¿Cuándo sería un buen momento para ti?”
Evita las conversaciones importantes cuando estés emocionalmente alterado.
La comunicación efectiva también se trata de cuidar el contexto emocional del otro y el propio.
3. Evalúa tu propio estado antes de hablar
¿Estás hablando desde la calma o desde la frustración?¿Desde el deseo de conectar o desde la necesidad de tener razón?
Antes de cualquier conversación importante, hazte estas preguntas:
“¿Estoy dispuesto a escuchar o solo quiero desahogarme?”
“¿Estoy tranquilo o estoy cargado de emociones que pueden distorsionar lo que diga o escuche?”
“¿Quiero tener la razón o quiero comprender y ser comprendido?”
No se trata de reprimir lo que sientes, sino de saber si estás en condiciones de sostener una comunicación que construya, no que destruya.
Comunicar mejor transforma tu realidad
No exagero cuando digo que mejorar tu comunicación puede cambiar tu vida.
Porque la forma en que te comunicas afecta directamente las 4 R que definen tu realidad:
Relaciones: cómo te conectas con otros.
Reputación: cómo te perciben.
Resultados: lo que logras o no logras.
Recursos: lo que atraes, retienes o pierdes.
Por eso, si algo no está funcionando en tu vida o tu trabajo, pregúntate:¿cómo me estoy comunicando? ¿Y qué podría mejorar?
¿Te gustaría seguir aprendiendo a comunicarte mejor?
La comunicación no es una habilidad estática, es un viaje. Y si quieres avanzar en él, te invito a seguir leyendo mis blogs, escuchar mi podcast o escribirme si necesitas ayuda para mejorar la comunicación en tu equipo o en tu vida.
Porque hablar puede hacerlo cualquiera. Pero hablar para conectar y transformar, eso se aprende. Y yo puedo ayudarte en ese proceso.
Comments