La comunicación: El factor subestimado que determina tu REALIDAD
- Kassandra Duran
- 18 jun
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 3 jul
¿Sabías que el 70% de los errores en el entorno laboral se deben a fallas de comunicación? Según un estudio publicado en Harvard Business Review, los problemas de comunicación interna generan pérdidas millonarias en empresas de todos los tamaños, y afectan también la moral, la salud mental y la productividad de los equipos. Pero esto no solo ocurre en las organizaciones. También ocurre en tu vida personal.
No importa cuántas metas tengas, cuántas horas trabajes, cuántos cursos tomes. Si no sabes comunicarte estás saboteando silenciosamente tus resultados.
Y ojo, cuando hablo de comunicación no me refiero solo a hablar con otros. La mayoría de las personas enseñan técnicas para expresarse mejor con los demás pero seguimos sin aprender a hablarnos a nosotros mismos con respeto, compasión y estrategia.

Reflexiona sobre esto:
¿Qué te dices cuando te miras en el espejo?
¿Qué te dices cuando te equivocas?
¿Qué te dices cuando quieres hacer algo nuevo y el miedo aparece?
¿Qué te dices cuanto estás a punto de reunirte con un cliente importante?
Esa conversación silenciosa lo define todo. Porque comunicarte mal contigo mismo es la forma más silenciosa de sabotear tu éxito.
Por otro lado, cuando hablamos de comunicación externa, no sólo me refiero a hablar si no también a negociar, a realizar pedidos, a entregar y por sobre todo a como pones límites.
La calidad de tu comunicación determina la calidad de tu vida.
Por eso quiero revelarte el poder de la comunicación de una forma practica pero efectiva.
La comunicación es la clave para potenciar las "4R" que determinan tu Realidad
Primera R: Tus Recursos
Es todo aquello que te sostiene y te permite vivir. Es lo que necesitas cuidar, cultivar o distribuir con inteligencia para avanzar. Son finitos e intercambiables entre sí. Y lo más importante: son influenciados por la forma en que te comunicas.
La falta de comunicación impacta negativamente tus recursos cuando:
Tiempo: Cuando no comunicas con claridad tus límites o prioridades, tu tiempo se diluye en tareas que no querías.
Energía: La falta de comunicación asertiva genera desgaste emocional. El sobreanálisis, el callar lo que necesitas, el miedo a pedir agotan más que el trabajo duro. Decir que si cuando quieres decir que NO, es uno de los mayores ladrones de energía.
Salud: cuando callar lo que te molesta se convierte en tensión. La somatización comienza cuando lo emocional no se expresa con palabras, sino con síntomas.
Dinero: cuando negocias mal o no pides lo que vale tu trabajo. Cuando no hay comunicación con los colaboradores y se cometen errores en la empresa. Todo eso tiene un costo económico directo.
Segunda R: Tus Resultados
Son el fruto de tus acciones, decisiones y hábitos sostenidos en el tiempo. Son el reflejo de lo que has escogido pero también de las cosas a las que has renunciado.
Siempre estás generando resultados. La pregunta no es si los tienes, sino: ¿estás obteniendo los que realmente deseas? Si quieres identificar cuales son tus resultados, mira tu vida actual: tus finanzas, tus relaciones, tu bienestar, tu agenda, tu entorno, todo habla de tus resultados.
Muchas veces no obtienes los resultados que deseas, no por falta de esfuerzo o capacidad, sino por falta de comunicación. Pierdes oportunidades valiosas por no saber expresar tus ideas con claridad y convicción. Terminas en burnout porque no sabes poner límites, y dices que sí a todo para evitar el conflicto o quedar bien. Y si trabajas con otros, sabes que un equipo no se fractura por falta de talento, sino por conflictos no resueltos, por cosas que no se dicen a tiempo, o que se dicen mal.
La comunicación es el puente entre lo que piensas y lo que logras. No es solo un complemento de la acción, la dirige, la organiza y la amplifica. Lo que comunicas o dejas de comunicar define:
Qué haces.
Cuándo lo haces.
Con quién lo haces.
Cómo lo haces.
Tercera R: Relaciones
La comunicación no es solo transmitir información, es construir puentes emocionales y relacionales. No es solo hablar, si no hacer que el otro te quiera escuchar. La forma en que te comunicas en tus vínculos puede sanar, sostener o sabotear relaciones, ya sean personales o laborales.
En muchos casos, la forma en que te comunicas define la cercanía, el respeto y la estabilidad de los vínculos. Las relaciones sanas requieren conversaciones incómodas, límites claros, peticiones honestas, espacios de escucha activa y sobretodo entendimiento.
Cuando no hay una comunicación efectiva, pasan cosas como estas:
Callas lo que te molesta por no generar conflicto y luego te distancias emocionalmente sin saber bien por qué.
No sabes pedir lo que necesitas en el trabajo, esperando que el supervisor lo adivine.
Expresas desde la rabia en vez de desde la necesidad, y eso daña el vínculo aunque tu intención no haya sido herir.
No das instrucciones ni feedbacks claros, lo que genera confusión, resentimiento o desmotivación en el entorno laboral.
Cuarta R: Tu Reputación
Tu reputación es la percepción que otros tienen sobre ti. No es lo que tú crees de ti mismo, sino lo que el resto interpreta a partir de lo que ve, escucha y siente cuando interactúa contigo. Y aunque no tienes control absoluto sobre cómo los demás te perciben, sí influyes activamente en esa imagen a través de tu comunicación.
No se trata de fingir, ni de construir una imagen superficial. Se trata de coherencia comunicativa, es asegurarte de que tu voz, tu conducta y tu intención hablen el mismo idioma.
Tu reputación puede abrirte o cerrarte puertas. En el mundo laboral, en los vínculos afectivos, en proyectos colaborativos o incluso en redes sociales, lo que otros perciben de ti influye directamente en las oportunidades, la confianza y la colaboración que recibes.
Y muchas veces, una mala reputación no surge de una mala intención, sino de una mala comunicación.
Tu reputación no se construye el día que te presentas, (aunque la primera impresión también es importante) sino todos los días, a través de cómo hablas, cómo escuchas, cómo escribes, cómo
respondes, cómo gestionas los conflictos, cómo expresas tus ideas o incluso cómo manejas el silencio.
No se trata de gustarle a todo el mundo, sino de asegurarte de que la imagen que proyectas esté alineada con la persona que realmente eres y con la que quieres llegar a ser.
Una comunicación clara, coherente y efectiva no garantiza que todos te entiendan, pero sí garantiza que te representas con verdad. Y eso, a largo plazo, construye una reputación sólida, confiable y respetada.
A lo largo de este recorrido has visto cómo tu comunicación influye profundamente en cuatro aspectos esenciales de tu vida: Tus Recursos, tus Resultados, tus Relaciones y tu Reputación. Pero no se trata solo de entender estas áreas por separado, si no de comprender que siempre actúan entrelazadas y dan origen a una R más grande. Una que lo abarca todo. Una que no siempre elegiste conscientemente, pero que sí estás construyendo día a día.
La Gran R. La R Mayúscula. Tu Realidad.
Tu realidad no se define en un solo momento. Se construye poco a poco, a través de cómo usas tus recursos, qué resultados aceptas, qué relaciones sostienes y qué imagen proyectas en el mundo. Y todo eso está atravesado, inevitablemente, por tu forma de comunicar.
No comunicar también cuesta. Estás perdiendo oportunidades y recursos sin darte cuenta y esto está afectando tu realidad. Recuerda que lo que no se dice también tiene un precio.
Ese precio lo llamo COIN: Costo de Oportunidad por Incomunicar. Es el costo silencioso que pagamos cuando no expresamos lo que sentimos, no aclaramos expectativas, postergamos límites o evitamos conversaciones importantes. Si quieres aprender más sobre este concepto te invito a leer el articulo El silencio también cuesta: ¿Estás pagando COIN sin saberlo?
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